En más de una ocasión alguna mamá o papá se ha acercado a mí
y me ha dicho; “mi niño se atasca un poco, ¿es normal?" Así que hoy vamos a
ponerle nombre a eso de “atascarse” y vamos a dar 10 pautas básicas sobre qué
hacer cuando ésto ocurre.
La tartamudez o disfemia es un trastorno del ritmo del habla
que se caracteriza por falta de fluidez verbal (disfluencias) mostrando
repeticiones, prolongaciones verbales, dificultad para iniciar la frase… Lo que
los papás llaman “atascarse”. Se considera disfemia o tartamudez evolutiva
aquella que tiene carácter transitorio, aparece de manera temprana y es de
escasa duración. Si observamos que la tartamudez persiste en el tiempo, su
aparición es posterior a los seis años o en el niño se observa tensión o que se
excede en gestos para compensar estos bloqueos es importante consultar a un
especialista en audición y lenguaje o logopeda.
Entre los dos y tres años los niños desarrollan habilidades
del lenguaje muy complejas, comienzan a usar frases y aparece el lenguaje
conectado. Coincidiendo con esta etapa es común presentar estos pequeños
bloqueos o disfluencias. De igual manera existen otros momentos críticos en el desarrollo
del lenguaje que pueden causar estos síntomas. Ésto se considera normal siempre
que no vaya acompañado de esfuerzo o incomodidad al hablar. Lo corriente es que a
partir de los cuatro o cinco años estos episodios sean puntuales y a partir de
los seis no haya, de ser así ya no estaríamos ante una dificultad evolutiva
sino ante un posible trastorno de la fluidez verbal.
Muchas veces los padres me preguntan qué hacer ante esto,
ante los momentos de “atasco”, donde no saben cómo ayudar. A continuación os
dejo 10 claves básicas para mejorar estos bloqueos, ya sean evolutivos o no:
- Ignorar el tartamudeo del niño. Seguir con la conversación como si no hubiese esa interrupción en la fluidez del habla.
- Evitar las correcciones exigiendo la repetición de palabras o silabas. Podemos frustrarle.
- No manifestar signos de ansiedad o impaciencia cuando ocurra el bloqueo.
- No acabarle las frases.
- Potenciar situaciones para conversar y hablar. Si el niño es consciente de sus fallos puede intentar evitar el dialogo.
- Hablar tranquilo, despacio, para que él imite ese ritmo, pero sin pedírselo de manera explícita, mejor con el ejemplo.
- Esperar. Darle tiempo para hablar, no tenemos prisa. Mostrar una sonrisa mientras esperamos su respuesta. Que reciba señales positivas, mostrando interés hacia su respuesta, de manera agradable.
- Hablar abiertamente sobre el tema si el niño o niña pregunta.
- No hablar del tema con otras personas como si él o ella no estuvieran delante.
- No decirle que tartamudea. Ni mucho menos ridiculizarle. La mayoría de los niños menores de seis años no se dan cuenta de que tartamudean…hasta que alguien se lo dice.
Como decía Wendell Jonson “El tartamudeo comienza, no en la
boca del niño, sino en el oído del padre”.
Espero que os sea de ayuda.
Seyla
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