martes, 8 de octubre de 2013

Palabras y...palabrotas


Este verano escuchaba a una mamá muy preocupada porque su hija, de unos tres años había dicho una palabrota. Le comentaba a otra que no sabía qué hacer y si era normal. Esto me llevo a reflexionar sobre el tema porque aunque realmente es un tema conductual no deja de ser una palabra la que causa estragos.

La primera medida a tomar para que esto no ocurra, para que nuestros pequeños no digan tacos, es que ni nosotros ni el entorno más próximo los diga. Como vengo diciendo en post anteriores, la primera fuente de imitación somos los padres y familia. Hablar bien, adecuada y educadamente es el mejor modelo  y medio preventivo.

Pero nadie somos perfectos y en alguna ocasión se nos puede escapar un taco. A ver quién contiene la lengua si te pillas el dedo con la puerta, se te cae medio armario al abrirlo, tu hijo lanza la figurita del mueble… ¿Qué hacemos en esa ocasión? Pues no autorregañarnos, si es la primera vez que pasa. No generar atención en torno a la palabra dicha. Nada de darse en la boca, decir “caca” o cosas así. Si nuestro ávido pequeñín la repite de manera inmediata (vaya, tardó 10 meses en decir mamá pero esto que rápido lo ha pillado…) y nos reímos, muy típico, estamos perdidos. Ya tenemos palabrota para tiempo.




Palabrota para nosotros, para ellos palabra nueva que hace gracia o genera atención, que aún no tiene un contenido, no tiene un sentido pero que cuando la digo movilizo a la gente de mi alrededor. Así que lo mejor, desde mi opinión, es ignorar. Si, si, ignorar. Y cuando digo ignorar es ni una mirada, ni un atisbo de risa ni enfado y mucho menos un “eso no se dice”. Ignoramos por completo, es lo que se llama “técnica de extinción”.

Lo más posible es que si el taco generó cualquier tipo de efecto, nuestro peque, quiera ponerlo a prueba en más contextos. ¿Qué hacemos? ¡Perseverancia, ignorar! Diga lo que diga la abuela o el vecino, ignoramos. Es el objeto de la comunicación, si una palabra no me sirve para nada la acabaré eliminando de mi repertorio. Y recordemos que para nuestro peques: palabrota= palabra vacía que genera atención.

Qué aún así la palabrota no desaparece…pues vaya. A mí lo que me ha dado resultado con algunos alumnos en este tipo de conductas ha sido modificar el sentido de la palabra. Por ejemplo un chico de decía gilip… lo sustituimos por chirimoyas. Así cada vez que decía la palabra en cuestión le contestábamos: “Ah! ¿Qué quieres chirimoyas? Pero es que no es época, no hay".  Dar como modelo otra palabra que suene parecida con el fin de que elimine la palabrota. No puedo verificar que esta sea la mejor manera pero a mí me dio resultados. Y socialmente esta más aceptado decir “jope” que “joder”.

Otra opción sería ofrecer alternativas que no suenen tan mal. Pero ya estaríamos hablando de niños que comprenden perfectamente el sentido del insulto. Aprender vocabulario variado que dé otras posibilidades de expresión, por ejemplo bruto, cabezota, tozudo...son otras opciones al insulto.



Por último recordar e insistir, la mejor manera es la extinción y la paciencia. Comunicar sirve para modificar el entorno, conseguir algo, ya sea físico o la atención. Si no se consigue el objetivo la palabra pierde efectividad y tendemos a eliminarla del repertorio.

Si aún no tenéis estas dificultades, genial, estáis a tiempo de evitarlo. Y si ya las tenéis...mucha suerte y paciencia!


Espero que haya sido de ayuda. ¡Hasta dentro de unos días!

Seyla

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

(c)2009 Ni debajo del agua!. Based in Wordpress by wpthemesfree Created by Templates for Blogger