Muchos son los niños y niñas que acuden a
clases de natación o matro-natación, en caso de los más pequeños, con el principal
objetivo de aprender a flotar o nadar, de estar seguros en el agua y evitar
posibles accidentes. Pero el medio acuático significa mucho más. Durante las
primeras etapas de la vida son primordiales las relaciones que se establecen
con las personas, los objetos y el medio. En este caso son muchos los procesos
involucrados en el dominio del agua. Nadar es un proceso cerebral complejo que
implica aprendizajes motrices pero también psíquicos y cognitivos que
contribuyen al desarrollo del niño o niña.
Estamos acostumbrados a
relacionar el medio acuático con las típicas clases de natación pero también es
un entorno muy enriquecedor en terapias de rehabilitación y estimulación temprana,
por no hablar del entorno de ocio y de establecimiento de relaciones sociales que supone la piscina
para nuestros pequeños.
Algunos de los beneficios de éste
medio son los siguientes:
En el ámbito psico-motor supone
una mejora de la motricidad gruesa potenciando la coordinación dinámica. También de la motricidad fina, entrando en juego las coordinaciones
segmentarias que hay que llevar a cabo para nadar o mantenerse en movimiento en
el agua. Además este tipo de actividad aumenta la fuerza muscular, la
velocidad y el control del movimiento. Y por supuesto, mejora la coordinación
general del cuerpo.
Desde el ámbito socio-afectivo, que
tiene relación con la integración emocional y el conocimiento de uno mismo y de
los otros, podemos llevar a cabo actividades acuáticas tanto de juego competitivo por equipos, que favorece el sentimiento de pertenencia a un grupo y de
compañerismo, como juegos de cooperación y ayuda. El contacto con el agua también potencia la creación de la imagen mental del propio cuerpo, ayudando en la construcción
de sí mismo.
En el ámbito cognitivo, que se refiere a
lo relacionado con la adquisición de conocimientos, el desenvolverse en este
medio ayuda en el conocimiento de las diferentes partes del cuerpo. Y, además, las nociones
básicas empleadas favorecen la comprensión de la estructura espacial, por ejemplo
delante/detrás, dentro/fuera…
Y en cuanto a la comunicación y
lenguaje no sólo favorece la adquisición de vocabulario como pueden ser
sustantivos (por ejemplo las partes del cuerpo), de acciones (nadar, bucear) y
adjetivos (rápido, lento, etc.) sino que el hecho de trabajar de manera
voluntaria el control de los ritmos respiratorios favorece el control respiratorio que se pretende en determinadas
terapias logopédicas. También el trabajo del tono muscular en general ayuda en
el control de los órganos implicados en el habla, por ejemplo en niños con hipotonía
(bajo tono).
La actividad acuática puede
orientarse con fines lúdicos, preventivos, terapéuticos o competitivos. Con cualquiera de estos fines es un medio que
nos permite ser compartido con nuestros peques. Ya sea en sesiones de natación,
en terapias de estimulación o a través del juego es importante que
suponga disfrute, tanto para ellos como para nosotros.
Si te ha gustado ¡comparte!. ¡Hasta dentro de unos días!
Seyla
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